Querid@ hij@:
Al término de mi jornada laboral, suena el teléfono.
-Si, dígame.
-Hola Ana soy Esther, perdona que no te haya contestado antes a tu correo.
-ah¡ dime Esther (nervios en el estómago)
-Antes de irme a casa de fin de semana he pensado en llamarte para que podáis celebrar… sois idóneos.
Mamá llorando, no puede hablar, que emoción.
– ¿Ana? ¿cuelgo?
– Esther perdona, gracias, mil gracias.
– No te preocupes y llora mujer que es de alegría. Ahora a disfrutarlo.
Mamá llorando se lo cuenta a las compañeras de trabajo. Enseguida a papá. A loas iaios, tíos, amigos. Nos sentimos tan felices…
Ahora escribiendo esto, me doy cuenta que las dos veces hemos recibido la noticia de que vamos a ser papás un día 27. La primera vez un 27 de febrero y ahora un 27 de julio ¿será casualidad? ¿destino?
No lo sé, lo que si que es cierto es que la espera no es la misma. Son las mismas ilusiones, las mismas cosquillitas en el estómago, pero no el mismo miedo, esa ansiedad que no me dejaba respirar en muchas ocasiones. Ahora es seguro que podré disfrutar más de esta espera… se que te tendré entre mis brazos. No se si serás niño o niña, ni el color de tu piel, ni tu edad… pero si se que ese día tan hermoso llegará. Ese día en que por fin te tome en mis brazos y pueda susurrarte » Tranquil@ mi vida mamá está aquí»
Nos sentimos tan felices, ahora a volver loco a papá con mis pensamientos, cambio de planes, arreglo de habitación y tantas cositas. Pero no te preocupes poco a poco te lo contaré todo.